El producto promocional inició su andadura en 1789, cuando George Washington confió en que el reparto de insignias conmemorativas podría hacerle ganar la presidencia de los EE.UU. De hecho, así fue, y se podría considerar a este ilustre político norteamericano el precursor de los pines o chapas publicitarias.  

Durante el siglo XVIII se comenzaron a regalar calendarios publicitarios, reglas y artículos de madera personalizados, pero la industria como tal no se creó hasta el siglo XIX.

 

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Jasper Meeks, un impresor de Coshocton (Ohio) es considerado por muchos como el iniciador de la industria. Convenció a una tienda de zapatos local para suministrar mochilas impresas con el nombre del establecimiento a las escuelas locales. Henry Beach, otro impresor de Coshocton y competidor de Meeks, recogió la idea y pronto empezaron a vender bolsas de canicas, látigos para carruajes, tarjeteros, abanicos, calendarios, gorras de tela, delantales y sombreros para caballos personalizados con las marcas de sus clientes.

En 1904, 12 fabricantes de artículo promocional se unieron para fundar la primera asociación comercial de la industria. Esa organización se conoce hoy en día como Asociación Internacional de Productos Promocionales (PPAI en inglés). Pero la verdadera explosión en el crecimiento de esta industria se llevó a cabo en la década de 1970.  Cada vez más empresas reconocieron los beneficios que los regalos personalizados reportaban a sus empresas. Al principio se utilizaron mayoritariamente en navidad, pero en la década de los 90 comenzaron a venderse durante todo el año para apoyar la promoción de marcas, productos y eventos. Al principio, la gama de artículos era reducida, pero según pasaron los años se fue ampliando hasta tal punto que hoy en día se puede ofrecer todo tipo de merchandising.